Ante miles de peregrinos de todo el mundo, presentes en la Plaza de San Pedro, en Roma, el Papa Benedicto XVI proclamó el día de ayer, 23 de octubre de 2011, Domingo Mundial de las Misiones, a tres nuevos santos que se entregaron por completo al anuncio apasionado del Evangelio y al servicio al prójimo: Don Luigi Guanella (1842 - 1915), el "Apóstol de la caridad"; Bonifacia Rodríguez de Castro (1837 - 1905), Fundadora de la Congregación de las Siervas de San José; y Guido María Conforti Adorni (1865 - 1931), Fundador de la Pía Sociedad de San Francisco Xavier para las Misiones Exteriores, de quien hablaremos hoy...
Guido nació en Ravadase, Parma, Italia, el 30 de marzo de 1865. Fue el octavo de una familia de 10 hijos de los señores Rinaldo Conforti y Antonia Adorni.
Venciendo la resistencia de su padre, en 1876 entró en el seminario, donde realizó brillantemente sus estudios, distinguiéndose por su diligencia, piedad y obediencia. Durante sus estudios de teología, el Beato Andrés Ferrari fue su rector en el seminario. Sin haber sido aún ordenado sacerdote, Guido fue nombrado "vicerector del seminario", tarea que continuó realizando después de su ordenación sacerdotal (22 de septiembre de 1888). En esta misión pudo mostrar sus elevadas dotes de educador, siendo un modelo para los jóvenes seminaristas por su testimonio de santidad y caridad pastoral.
Según su propio testimonio, su vocación sacerdotal y misionera había nacido a los pies del Crucifijo. "No es posible - escribió - fijar la mirada en este modelo divino sin sentirse empujado a cualquier sacrificio, por grande que sea".
"El Crucifijo es el gran libro que ofrece a nuestros ojos horizontes infinitos". De hecho, a pesar de que la vida de Guido transcurrió en la región italiana de Emilia, su mirada abarcaba los horizontes de toda la humanidad, y nunca desfalleció en el deseo ardiente de anunciar el Evangelio a todos los hombres... El "espectáculo" de la cruz le hablaba "con la elocuencia de la sangre", manifestándole el amor infinito de Dios hacia la humanidad.
En 1895, Guido fundó una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos: Los Misioneros Xaverianos.
En 1895, Guido fundó una Congregación Misionera de hombres consagrados a Dios con el único fin de llevar el Evangelio a los no cristianos: Los Misioneros Xaverianos.
El 9 de junio de 1902, contando apenas con 37 años de edad, fue llamado a regir la Arquidiócesis de Rávena. El día de su ordenación episcopal pronunció los votos religiosos junto con el voto de dedicarse sin reservas al anuncio del Evangelio "ad gentes". En Rávena, la enfermedad le obligó a largos períodos de inactividad. Su profundo sentido de responsabilidad pastoral hacia el rebaño que le había sido confiado le llevó a presentar su dimisión... la cual fue aceptada.
Regresó humildemente a su Instituto Misionero donde, recuperando algo su salud, se ocupó en la formación de los alumnos misioneros y en la redacción de las Constituciones de su familia misionera.
A finales de 1907, el Santo Padre le confió la diócesis de Parma. Durante 25 años descacó com un buen pastor, signo viviente de la "solicitud maternal de la Iglesia hacia todos los hombres, tanto fieles, como infieles, por su preocupación particular por los pobres y los más débiles".
Cabe señalar que la catequesis fue el punto central de su tarea pastoral: instituyó escuelas de doctrina cristiana en todas sus parroquias y preparó a los catequistas de su diócesis con apropiados cursos de cultura religiosa y pedagógica... Fue el primer Obispo de Italia que celebró un congreso de catequética en su diócesis.
Cinco veces realizó visita pastoral a sus parroquias, celebró dos sínodos diocesanos, instituyó y promovió la Acción Católica, especialmente de los jóvenes. Cuidó de manera especial la cultura y la santidad del clero, la formación de los seglares, las asociaciones y la prensa católica, las misiones populares, los congresos eucarísticos, marianos y misioneros. Logró reconciliar los ánimos divididos, se preocupó por llevar a los extraviados a la unidad del rebaño y fomentó el amor y el respeto incondicional hacia el Papa.
Su presencia, en los momentos difíciles de la historia de aquellos años en la ciudad de Parma, fue discreta, casi inobservada, pero eficaz... y con resultados. Durante las huelgas de 1908, fundó un grupo de abogados dedicados a la defensa de los derechos de los campesinos y de los sacerdotes. Cuando una parte de la ciudad se opuso violentamente a la instauración del fascismo y se corría el peligro de matanzas multitudinarias, la mediación de Don Guido obtuvo la retirada de las milicias fascistas, evitando una guerra civil.
La preocupación por la Iglesia local que le había sido confiada no le quitó la "preocupación por aquellos lugares del mundo donde la Palabra de Dios no había sido anunciada". Creía firmemente que el anuncio del Evangelio "ad gentes" fuese el camino más seguro por la nueva evangelización de su pueblo. Se entregó incansablemente a la tarea de "la Evangelización ad gentes" ya fuese a través de su familia misionera, como colaborando con las varias iniciativas de animación misionera en Italia y en el resto del mundo.
Puso especial cuidado en colaborar en la fundación y en la difusión de la Pontificia Unión Misionera del Clero (PUM), de la que fue su primer presidente. Su Santidad Pablo VI, refiriéndose al Obispo Conforti, dijo: "Fue providencial que en la fundación de la Unión Misionera del Clero al lado del Padre Pablo Manna se encontrase Don Guido María Conforti, que no sólo ayudó excepcionalmente con su consejo y su colaboración a la naciente Unión, sino que con su autoridad logró para dicha Unión la aprobación pontificia".
En 1928, Conforti viajó a China para visitar las comunidades y los lugares que habían sido confiados a la familia religiosa de la que él era Superior General. Su viaje fue signo de la comunión entre las Iglesias.
El 5 de noviembre de 1931, consumido por su incansable tarea pastoral, habiendo recibido devotamente el Sacramento de la Unción de los Enfermos y el Santo Viático, de haber profesado públicamente su fe y de haber implorado la bendición de Dios para su clero y su pueblo, Guido María Conforti entró en la Casa del Padre.
El Papa Juan Pablo II lo beatificó el 17 de marzo de 1996 y Benedicto XVI lo canonizó ayer...
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