En muchísimos ambientes la fe ha
dejado de ser un presupuesto obvio, por ende, muchos de los que asisten a la
catequesis ya no llevan consigo la experiencia de fe y, por ende, el momento
catequístico resulta deficiente y con muchas carencias.
El proceso
evangelizador está integrado por tres momentos: primer anuncio que suscita la
fe y la adhesión a Cristo, el momento catequístico en el que se educa y madura
en la fe y, por último, el momento apostólico, que es compartir de modo
comprometido aquello que se ha recibido. Si bien cada momento de este proceso
no es independiente del otro, sino que por el contrario se implican mutuamente,
en el contexto de la Nueva Evangelización resulta exigente no dar por supuesto
que el catequizando ha dado ya el primer paso: el encuentro personal y vivo con
el Señor.
Muchos de los catequistas “suponen” que aquel que asiste a la
catequesis lo hace con una experiencia de fe viva y que está con toda la
disposición de seguirse formando en la fe, sin embargo, es preciso admitir que
en muchos ambientes, sobre todo infantiles, de adolescentes y jóvenes, no se ha
logrado superar la visión de que la catequesis es un mero requisito para la
recepción de los sacramentos, o como sucede en el mundo de los adultos, muchos
asisten a la catequesis como un intento de madurar y tener un medio para vivir
mejor su fe, pero con la grande carencia del gozoso encuentro con Cristo, que
es el que garantiza un proceso más pleno de educación y maduración de la fe
cristiana.
Una exigencia, por lo tanto, para
la catequesis en la Nueva Evangelización, será el impregnarla del gozoso
anuncio de Cristo. El acento y sabor kerigmático de la catequesis propiciará un
continuo volver a los orígenes de la fe de quienes participan en ella.
Una segunda exigencia es conocer
los destinatarios, puesto que dadas las circunstancias actuales en las que el
mundo vive con una visión horizontal y cerrada a lo trascendente, o con
religiosidades ajenas y hasta contrarias al espíritu cristiano, no podemos
seguir suponiendo que las personas que asisten a catequesis van con el total
ánimo de educarse en la fe. Habrá que superar la mera retención de conceptos y
la adquisición de una cultura general religiosa cristiana, el reto es suscitar
en ellos el encuentro y amor por Cristo, para así poder educarles
verdaderamente en la fe.
Una tercera exigencia es en torno
a los catequistas y evangelizadores; solamente desde una experiencia de Cristo
y una fe suficientemente formada, se puede compartir de modo más pleno y
sincero la fe con los hermanos.
Catequesis y Nueva Evangelización
significa, por tanto, decisión de profundidad, de nuevo ardor, renovado
impulso. No dejemos que sólo sea moda hablar de novedad en la evangelización,
tomemos postura: dejemos que el Espíritu sople sobre nosotros y nuestras obras
apostólicas, dialoguemos con el mundo, conozcamos a los destinatarios, demos a
la catequesis sabor kerigmático y, sobre todo, dejemos que la novedad del
Evangelio entre primero en nosotros, los que educamos en la fe.
El siguiente video muestra la
realidad de muchos jóvenes y, por ende, la urgencia de una Nueva Evangelización.
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